martes, 10 de febrero de 2009
miércoles, 4 de febrero de 2009
De la sanidad pública madrileña
Ahora no es un momento en el que lo que más destaca del pequeño universo paralelo que es la Comunidad de La Duquesa, de la heroína que escapa siempre de las garras de la muerte, de la mujer que no llega a fin de mes, es decir, Madrid, sea el estado en el que se encuentra la sanidad pública. O pseudopública. O lo que sea.
Ya sé que la palma se la lleva el que a la señora Esperanza le salgan los espías de debajo de las faldas, pero de eso ya hablan demasiado las noticias, los periódicos, por entregas y por capítulos. Lo que me interesa es ver lo que está pasando con el sistema de salud al que todos los madrileños deberíamos tener derecho. Una sanidad gratuita y de calidad, lo primero, cosa que no ocurre con el traslado de médicos a los nuevos hospitales que dejan sin cobertura a los antiguos.
Cosa que no ocurre con el aluvión de nuevos pacientes procedentes de los conciertos que se terminan entre la comunidad y las clínicas privadas que eran la panacea y que ahora ya no lo deben ser tanto, que llegan a la pública sin historial y sin nada, con el riesgo que ello supone para los pacientes y el trabajo extra para los ya saturados médicos.
Cosa que no ocurre cuando es un cura el que opina para decidir si se te deja morir sin sufrimiento o no, cuando se lleva a la gente cabal a los tribunales por procurar que sus pacientes pasen en paz sus últimos momentos.
Cosa que no ocurrirá cuando las áreas sanitarias sean suprimidas para que cada cual pueda ir al médico donde le de la gana aunque está a 3 horas de su casa y haya zonas totalmente vacías y zonas en las que conseguir hora sea poco menos que una misión imposible.
Cosa que no ocurrirá cuando se ponga en marcha una medida por la cual cuantos más pacientes vea el médico más cobrará a fin de mes. ¿En qué están pensando? ¿En que los compañeros se saquen los ojos en lucha por los pacientes? ¿En que la atención se reduzca al mínimo para que se puedan pasar el máximo de consultas?
Y luego se sorprenden, Güemes y Cía, de que les reciban poco menos que a pedradas cuando van a colgarse medallas y a hacerse la foto junto a sus "logros". No creo que lo que persigan sea otra cosa que el desprestigio de la ya poco prestigiosa sanidad pública de Madrid, no sé si con el oscuro propósito de que todos nos volvamos hacia los amorosos brazos del capital privado. Que no se engañen y que no se sorprendan, pues "volverán los oscuros sindicalistas disfrazados de médicos en su balcón los nidos a colgar". Espero, al menos, que lo hagan y que esta vez se pongan de acuerdo entre ellos, que en la última huelga me temo que no estaban todos juntos.
Y espero que la gente se de cuenta y no les vuelva a votar, que la mayoría de los que más van al médico no sabe que la sanidad en Madrid no es cosa del Gobierno...
Ya sé que la palma se la lleva el que a la señora Esperanza le salgan los espías de debajo de las faldas, pero de eso ya hablan demasiado las noticias, los periódicos, por entregas y por capítulos. Lo que me interesa es ver lo que está pasando con el sistema de salud al que todos los madrileños deberíamos tener derecho. Una sanidad gratuita y de calidad, lo primero, cosa que no ocurre con el traslado de médicos a los nuevos hospitales que dejan sin cobertura a los antiguos.
Cosa que no ocurre con el aluvión de nuevos pacientes procedentes de los conciertos que se terminan entre la comunidad y las clínicas privadas que eran la panacea y que ahora ya no lo deben ser tanto, que llegan a la pública sin historial y sin nada, con el riesgo que ello supone para los pacientes y el trabajo extra para los ya saturados médicos.
Cosa que no ocurre cuando es un cura el que opina para decidir si se te deja morir sin sufrimiento o no, cuando se lleva a la gente cabal a los tribunales por procurar que sus pacientes pasen en paz sus últimos momentos.
Cosa que no ocurrirá cuando las áreas sanitarias sean suprimidas para que cada cual pueda ir al médico donde le de la gana aunque está a 3 horas de su casa y haya zonas totalmente vacías y zonas en las que conseguir hora sea poco menos que una misión imposible.
Cosa que no ocurrirá cuando se ponga en marcha una medida por la cual cuantos más pacientes vea el médico más cobrará a fin de mes. ¿En qué están pensando? ¿En que los compañeros se saquen los ojos en lucha por los pacientes? ¿En que la atención se reduzca al mínimo para que se puedan pasar el máximo de consultas?
Y luego se sorprenden, Güemes y Cía, de que les reciban poco menos que a pedradas cuando van a colgarse medallas y a hacerse la foto junto a sus "logros". No creo que lo que persigan sea otra cosa que el desprestigio de la ya poco prestigiosa sanidad pública de Madrid, no sé si con el oscuro propósito de que todos nos volvamos hacia los amorosos brazos del capital privado. Que no se engañen y que no se sorprendan, pues "volverán los oscuros sindicalistas disfrazados de médicos en su balcón los nidos a colgar". Espero, al menos, que lo hagan y que esta vez se pongan de acuerdo entre ellos, que en la última huelga me temo que no estaban todos juntos.
Y espero que la gente se de cuenta y no les vuelva a votar, que la mayoría de los que más van al médico no sabe que la sanidad en Madrid no es cosa del Gobierno...
viernes, 9 de enero de 2009
Para otro lado
Hoy, que en Madrid está cayendo una nevada de las que no se recuerdan, no me olvido de que en un lugar del mundo está también nevando.
Nevando plomo. Nevando fuego.
No entiendo y además no quiero llegar nunca a entender lo que está pasando en Gaza. Lo que va a seguir pasando sin que nadie haga nada en absoluto. Dicen que es para defenderse. ¿De qué? Hace días que no presto atención a las cifras porque los medios sólo saben enunciarlas como si no fuesen más que eso, cifras. Pero la proporción era hace tres o cuatro días espeluznante. ¿Qué hay terroristas y fanáticos? Claro. ¿Qué para que muera uno hay que acabar con otras 20 personas, niños incluidos? No lo entiendo y no lo quiero entender.
Un pueblo maltratado y perseguido a lo largo de la historia, que tras la II Guerra Mundial podía haber sido el paradigma de la libertad conseguida a sangre y fuego le da la vuelta (lleva mucho tiempo ya dándole la vuelta) al guión y toma el papel del verdugo. Y con el Líbano en el punto de mira. Otra vez... No es bastante con que Palestina sea un territorio baldío en el que en condiciones normales ya sería difícil vivir, no basta con eso. No lo entiendo. No lo entiendo y no lo quiero entender.
Muda, sorda y ciega la Comunidad Internacional mira para otro lado. ¿Hasta cuándo?
(Hasta que sea tarde)
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